Historia del Espiritismo
Por Jordi Santandreu
Allan Kardec. |
El Espiritismo es la ciencia que estudia el origen, la naturaleza y el destino de los Espíritus. Nos ofrece una visión preciosa y precisa sobre la vida, las leyes que la rigen y las relaciones que se dan entre el plano espiritual y el material. En esta sección el lector encontrará un resumen histórico de sus orígenes y de sus principios fundamentales.
Históricamente, el Espiritismo surgió motivado por las manifestaciones fenomenológicas ocurridas en América, Europa y otras partes del mundo, hacia mediados del siglo XIX. Ruidos de origen desconocido y objetos que se movían sin la intervención de cualquier causa observable, llamaron la atención de la opinión pública en general y la de algunos investigadores, hombres de ciencia, en particular. De esta forma, en 1855, un pedagogo francés llamado Hippolyte Léon Denizard Rivail, más conocido como Allan Kardec (en la foto), se propuso investigar esos hechos y descubrirlos a la luz del método científico.
Tras los ruidos y los movimientos aparentemente caóticos que Kardec y sus colaboradores estuvieron observando minuciosamente, quedó de manifiesto la existencia de una fuerza invisible que respondía con coherencia a los estímulos de los observadores, bajo determinadas condiciones experimentales. Así, la fuerza misteriosa que aparentemente apenas provocaba ruidos aleatorios, pasó sin mucha demora a comunicarse a través de rudimentarios sistemas alfabéticos, es decir, golpes con un significado acordado (un golpe: sí; dos golpes, no, por ejemplo), componiendo palabras y frases completas, y, más adelantegracias a la utilización de otros soportes, tales como un lápiz insertado en una cesta pequeña.
Incluso más adelante, esa fuerza misteriosa que manifestaba sentido o inteligencia prescindió de cualquier instrumento físico y pasó a utilizar directamente las manos de los intermediarios, llamados médium, escribiendo a través de ellos sus mensajes.
En un momento dado, la fuerza inteligente que subyacía a esas respuestas confesó tratarse de una persona fallecida, ya sin cuerpo físico y grosero, mas con otro sutil y liviano, invisible a nuestros ojos. Los investigadores descubrieron, por lo tanto, que las comunicaciones eran realizadas, ya desde un principio, por personas muertas o, como prefirieron denominarse desencarnadas, que permanecían a nuestro lado, aunque separadas por el velo de la materia.
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