jueves, 28 de noviembre de 2013

Biografía de los Mentores


 Bezerra de Menezes


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 7


El 29 de agosto de 1831 nació Adolfo Bezerra de Menezes Cavalcanti, en la ciudad de “Riacho do Sangue” (hoy Jaguaterama), en el Estado de Ceará, Brasil. Educado en los patrones más rígidos de la religión católica, el joven Adolfo sería conocido como el médico de los pobres. En 1851, con la muerte de su padre, se traslada a la ciudad de Río de Janeiro, donde al año siguiente entra como practicante interno en el hospital de la Santa casa da Misericordia. Para mantener sus estudios daba clases de filosofía y de matemáticas. Se doctoró en 1856 en la facultad de Medicina, con la tesis: “Diagnóstico del cáncer”. Se candidató al cuadro de miembros titulares de la Academia Imperial de Medicina, con la obra “Algunas consideraciones sobre el cáncer, relativas a su tratamiento”, entrando a formar parte de la misma el 1 de julio de 1857.
En 1858 fue nombrado “cirujano teniente”, también 
siendo redactor de los “Anuales Brasilienses de Medicina”. 

El 6 de noviembre de 1856 se casó con María Cândida de Lacerda, que muere el 24 de marzo de 1863, dejando dos hijos a cargo de Bezerra. 
En 1863 inicia su carrera política, que duraría hasta 1885, pasando por distintos cargos, incluido el de presidente del Ayuntamiento de la ciudad del Río de Janeiro, sin tener nada que le deshonrara en la vida pública. Desarrolló en el Ayuntamiento un gran trabajo a favor del municipio neutro, es decir, a favor de los humildes y de los más necesitados. Fue socio fundador de la Compañía de Ferrocarriles de Macaé y Campos, promovió el desarrollo de otras líneas y fue director de la Compañía Arquitectónica de Vila Isabel, entre otros proyectos empresariales. Acumuló numerosos homenajes por sus trabajos. Durante la campaña abolicionista, con espíritu prudente y ponderado, escribió: “La esclavitud en Brasil y las medidas que conviene sostener para extinguirla sin hacer daño a la nación”. Entre otras publicaciones fue redactor del periódico “Sentinela da Liberdade”. 
Conoció el Espiritismo en 1875, a través de El libro de los Espíritus, ofrecido personalmente por su traductor Dr. Joaquim Carlos Travassos. Y el 16 de agosto de 1886, delante de la más “alta sociedad”, declara ser espírita, ganándose el derecho a una nota pública en el periódico más importante de la época “O Pais”. 
Se dedicó a curar a los enfermos y a los pobres sin cobrarles nada. Aunque tenía un cierto nivel de vida inicialmente, no le quedada casi nada al final de la ¡misma, porque todo lo que poseía lo utilizaba para el auxilio de los enfermos que venían de todas las partes del país solicitándole ayuda. 
Cuando acabaron sus finanzas, utilizó la única cosa que le quedaba con cierto valor, el anillo de conclusión del curso de medicina, con el cual pudo salvar la vida de una niña pobre y enferma. 
El Dr. Bezerra de Menezes fue presidente de la Federación Espirita Brasileña, escribió varios libros importantes en el medio espírita, fue traductor del libro Obras póstumas, y defendió la libertad de los derechos de los espíritas en ciertos artículos del código penal brasileño. Desencarnó el 11 de abril de 1900, volviendo a ser primera página en el periódico “O Pais”, y homenajeado como “eminente brasileño”. 
Cuenta la espiritualidad, que cuando llegó Bezerra al plano espiritual, emitía una inmensa luz. Recibido por Celina, un espíritu muy evolucionado que trabaja directamente con Nuestra Señora la Madre de Jesús, le invitó a estar en el plano más elevado a lado de ella, pero Celina se sorprendió con la actitud de Bezerra: éste se puso de rodillas y le pidió que si poseía algún mérito prefería utilizarlo para permanecer en contacto con su patria natal, Brasil, en cuanto existiese en él una lágrima de dolor por consolar. Celina confirmó el pedido, se fue y regresó con la respuesta. Si estaba seguro de que era ese su mayor deseo, María le concedía 100 años para estar realizándolo. Así empezó a trabajar con varios médiums, orientando y disminuyendo el sufrimiento. 
En el año 2000, el mundo espírita aguardaba con el interrogante: y ahora que pasaron los 100 años, ¿que pasará? Y con la gracia de Dios y el permiso de Nuestra Señora, el venerable Bezerra de Menezes prosigue con su trabajo de auxilio y de caridad en los planos superiores y en la tierra. 
 
 
“Servimos para merecer y merecemos para servir cada vez más.” 
Bezerra de Menezes



domingo, 24 de noviembre de 2013

CIENCIA Y ESPIRITISMO

La glándula pineal y la espiritualidad


Por Wellington Bossi y Jonathan Levy, revista Visión Espírita nº 7




La glándula pineal funciona como un receptor sensorial que posee un papel decisivo en la telepatía y, por lo tanto, es imprescindible para el funcionamiento y desarrollo de la mediumnidad.



Consideramos muy importantes e interesantes los conocimientos del Dr. Sergio Felipe de Oliveira, médico y científico brasileño especializado en la glándula pineal, la física cuántica y otras ramas de la ciencia. 
Sus enseñanzas se fundamentan en la unión de conocimientos ancestrales de la humanidad por un lado, y la ciencia moderna por otro; combinados con el mecanismo de la racionalidad pura y simple. En las conferencias y en las cátedras que imparte por el mundo entero, con un lenguaje sencillo y accesible, nos abre las puertas a nuevas dimensiones de la conciencia. 
El Dr. Oliveira trabajó durante cuatro años en el Departamento de Física y Matemática de la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Fue su formación espírita la que le influenció decisivamente en la búsqueda de la espiritualidad dentro del área médica, poniendo en práctica la visión espírita sobre la necesidad de trabajar conjuntamente Ciencia y espiritismo. 
La glándula pineal funciona como un receptor sensorial que posee un papel decisivo en la telepatía y, por lo tanto, es imprescindible para el funcionamiento y desarrollo de la mediumnidad. 

Hace 400 años, René Descartes mencionó que el lugar en donde el alma se une al cuerpo es la glándula pineal. Los hindúes lo mencionan desde hace miles de años. 

En los Estados Unidos el tema “Salud y Espiritualidad” surge como una reivindicación de la población, la cual disfruta de un sistema muy accesible a las políticas del gobierno. El Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos prohibió las prácticas espirituales en la salud, sin embargo, los ciudadanos discreparon ante tal decisión, por considerar que era una prohibición carente de pruebas, además de no haber dado ninguna alternativa, ya que la medicina formal no cura todas las enfermedades. Gracias a la presión social, el gobierno de ese país fue obligado, jurídicamente, a atender a la población, y comenzaron a desarrollar investigaciones que posibilitaron una nueva aproximación entre la espiritualidad y la práctica médica, incorporando en esta simbiosis los criterios de la ética médica y el rigor del método científico. Actualmente, más de cincuenta universidades en los Estados Unidos tienen Salud y Espiritualidad en sus asignaturas. 
Si los colegios médicos no observan la importancia de desarrollar este tipo de investigación, continuaremos condenados a quedar en manos de personas guiadas por la superstición u otras prácticas basadas en fundamentos frágiles e incluso de dudosa reputación.

La enfermedad debe ser interpretada bajo aspectos patológicos, psicológicos y espirituales, teniendo en consideración el medio ambiente. 
La tesis de profesorado del Dr. Oliveira versó sobre la estructura de la glándula pineal humana. Ésta es la glándula más misteriosa del cuerpo humano y queda localizada exactamente en el centro del cerebro. Era llamada por los antiguos filósofos “la sede del alma” y “el controlador del pensamiento”. 
La glándula pineal es el órgano sensorial encargado de captar información sutil, por ejemplo lo que otro siente, sea ese otro un Espíritu encarnado o desencarnado. Gestiona también todos los ciclos o ritmos del organismo relacionados con el medio ambiente (los llamados ciclos circadianos, de vigilia y sueño). Un mal funcionamiento de esta glándula puede causar la desarmonía de esos ciclos. Y viceversa. Un sujeto que lleva una vida desequilibrada, provocará trastornos en su glándula pineal.
 
El Dr. Oliveira afirma que existe una sincronicidad entre algunas personas, relacionada con la telepatía, es decir, cuando uno piensa lo que el otro está pensando. Lo que también tiene que ver con afinidad de almas, ya que la sintonía por afinidad positiva lleva a una integración, y puede llevar a una repulsión si la sintonía es negativa. Si una persona entra en sintonía con otra que tiene energía negativa, la refuerza y acaba formando parte de esa psico-esfera. Pero si no entra en sintonía con la otra persona conseguirá mantener una defensa. 

Está comprobado científicamente que la glándula pineal convierte ondas electromagnéticas en estímulos neuroquímicos. Quien probó eso fueron los científicos Vollrath y Semm, que tienen artículos publicados en la revista científica Nature, de 1988. 
La parapsicología dice que estos campos electromagnéticos pueden afectar a la mente humana. El Dr. Michael Persinger, de la Laurentian University, en Canadá, hizo experimentos con un casco que emitía ondas electromagnéticas en los lóbulos temporales. Las personas sometidas a esas experiencias tuvieron “visiones” y sintieron presencias espirituales. El Dr. Persinger atribuyó esos fenómenos a la influencia de esas ondas electromagnéticas. 

La pineal forma cristales de apatita, independientemente de la edad de la persona. Estos cristales tienen que ver con el perfil de la función de la glándula. Un niño puede tener estos cristales en gran cantidad, en cuanto un adulto puede no tener nada. Percibimos, por las investigaciones, que cuando un adulto posee muchos cristales, tiene más facilidad para absorber el campo electromagnético y ésta absorción rebota de un cristal a otro; entonces presenta más facilidad para el fenómeno de incorporación. Es posible visualizar estos cristales en la tomografía y, observamos en cambio, que cuando el paciente tiene mucha facilidad para el desdoblamiento, él no presenta estos cristales. 


La glándula pineal es el órgano sensorial encargado de captar información sutil, por ejemplo lo que otro siente, sea ese otro un Espíritu encarnado o desencarnado. 


Está comprobado científicamente que la glándula pineal convierte ondas electromagnéticas en estímulos neuroquímicos. 




Más información: 
Universidad del Espíritu: www.uniespirito.com.br 
Asociación Médico-Espírita del Brasil: www.amebrasil.org.br 
Pineal Mind Instituto de Salud - Sao Paulo - Brasil 
Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo 



viernes, 22 de noviembre de 2013

Estudiando el Libro de los Espíritus


El Fluido Universal 


Por Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 7 



El capítulo VI del Libro de los Espíritus recoge preguntas y respuestas sobre los seres orgánicos, los seres inorgánicos, la vida y la muerte, la inteligencia y el instinto. Kardec define los seres orgánicos como aquellos que poseen en sí una fuente de actividad íntima que les da la vida. Nacen, crecen, se reproducen por sí mismos, y después mueren. Incluyen a los hombres, animales y vegetales. 



Los inorgánicos son todos aquellos que no tienen vitalidad ni movimientos propios y sólo están formados por agregación de la materia, como los minerales, el agua, el aire, etcétera. 
Tanto los seres orgánicos como los inorgánicos gozan de las mismas fuerzas que une la materia, es decir, la ley de atracción es la misma para todos. Siendo la materia oriunda del mismo principio distinguiéndose en los cuerpos orgánicos que están animalizados.

El principio vital es una derivación del fluido universal, lo que llamamos el fluido eléctrico animalizado. “El conjunto de los órganos integra una especie de mecanismo que recibe su impulso de la actividad íntima o principio vital que existe en aquéllos. El principio vital es la fuerza motriz de los cuerpos orgánicos. Al mismo tiempo que el agente vital comunica el impulso a los órganos, la acción de estos últimos mantiene y desarrolla la actividad del agente vital, más o menos de la manera que el frotamiento origina calor.” 
La muerte en los seres orgánicos es consecuencia del agotamiento de los órganos, pudiendo compararse con el cese de los movimientos de una máquina descompuesta, pues si la máquina ha sido mal construida, sus resortes se rompen, y si el cuerpo está enfermo, la vida se extingue. Con la muerte del cuerpo, la materia de los seres orgánicos se descompone y forma nuevos cuerpos, mientras el principio vital retorna a la masa.

La inteligencia es una facultad propia de algunos seres orgánicos, siendo independiente de la materia, puesto que un cuerpo puede vivir sin la inteligencia. Kardec los divide en tres: primero los seres inanimados, formados sólo de materia, sin vitalidad ni inteligencia, éstos son cuerpos inertes; segundo los seres animados no pensantes, formados de materia y dotado de vitalidad, pero desprovistos de inteligencia; y tercero los seres animados y pensantes, formados de materia, dotados de vitalidad y que poseen además el principio de inteligencia que les otorga la facultad de pensar. 

El instinto es una inteligencia rudimentaria que difiere de la inteligencia propiamente dicha, en que sus manifestaciones son casi siempre espontáneas, y las de la inteligencia constituyen el resultado de una combinación de un acto evolutivo o deliberado. Las manifestaciones del instinto varían según las especies y sus necesidades. En los seres que poseen conciencia y percepción de las influencias exteriores, el instinto se alía a la inteligencia, vale expresar la voluntad y la libertad, define Allan Kardec.



sábado, 16 de noviembre de 2013

Biografía de los mentores


Joseph Gléber


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 6






En esta primera entrega de la nueva sección de Visión Espírita, Bossi nos narra con gran acierto los rasgos más significativos del mentor, científico, médico y mártir asesinado por el régimen de Hitler, en la Segunda Guerra Mundial. 






Joseph Gléber nació en la ciudad de Offenbach, Alemania, el 15 de agosto de 1904. Hijo de judíos, encontró dificultades para concluir los primeros años de estudios, debido a los enormes prejuicios y a la falta de respeto con el que era tratado, a pesar de haber nacido en territorio alemán. Después de mucho trabajo y mucha perseverancia, se dedicó muchísimo a los estudios, mudándose posteriormente para la capital del país. En el Instituto de Física de Alemania, concluye los estudios en física. Enseguida viaja para Austria, donde se especializa en la Universidad de Viena. Todavía en la capital austríaca, aprovecha el tiempo libre para estudiar medicina, estudios que le rindieron inmenso provecho, pues sabía, aunque inconscientemente, que en el futuro le serian necesarios, ya que más tarde su país enfrentará grandes conflictos militares. Más allá de ello, podría beneficiar a mucha gente con sus conocimientos de salud y enfermedad. 
Después de un largo tiempo en Viena, se enamora de la joven judía Herta Misloy, nacida en Salzburgo, Austria. Una vez casados, fueron vivir a Berlín, Alemania, donde pasó a dedicarse a la medicina, y a dar clases de física en comunidades judías, principamente las más pobres, atendiendo gratuitamente como médico. En 1935 tuvo su primer hijo, al que llamó Rudolph, y otro en 1936, con el nombre de Kleine. Después de la normalización de la salud de su mujer, afectada tras el segundo parto, Joseph Gléber desarrolló un largo contacto con el físico italiano Enrico Fermi (1901-1954), lo que le ayudó a profundizar en la investigación atómica. 
Posteriormente, gracias a los estudios que realizó en Viena, publicó sus investigaciones en varias revistas especializadas, bajo la orientación de Albert Einstein (1879- 1955) y otros grandes científicos de la época. Joseph Gléber fue invitado a ingresar en el departamento de física del gobierno alemán. Sus conocimientos se ganaron la admiración de diversos colegas y estudiosos del bando nazi. Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, fueron confinados en campos de estudio y laboratorios dedicados a desarrollar nuevas tecnologías para la mejora de los combustibles utilizados por los alemanes. El Dr. J. Gléber no sabía que esos combustibles alimentarían a las destructivas bombas voladoras, desarrolladas por otro físico, causando el derrame de gran cantidad de sangre en Inglaterra y causando sufrimiento a una multitud de inocentes. 
Los nazis eran muy desconfiados, así que subdividían sus trabajos en equipos dependientes, para evitar espionaje, cosa natural en tiempos de guerra. Por ese motivo, las investigaciones eran realizadas en etapas, de modo que solamente algunos comandantes de la inteligencia de Hitler pudieron tener acceso a las diferentes partes y montar el rompecabezas, conforme relata Joseph Gléber. 
Después de la ofensiva en Inglaterra, los científicos fueron trasladados, por razones de seguridad, pues algunos de ellos estaban aislados, sin mucho contacto con el comando supremo nazi. Fueron todos orientados a desarrollar estudios y experimentos para la creación de la bomba atómica, pues en esta época ya se sabía mucho sobre el asunto. El gobierno de Hitler designó a personas de su confianza –algunos científicos como Joseph Gléber, entre otros- para realizar las pruebas necesarias, con el objetivo de derrotar definitivamente a sus enemigos. 
Joseph Gléber relata que se dio cuenta a tiempo de lo que sucedía, y de las consecuencias del desarrollo de ese proyecto. Decidió entonces que no terminaría la parte que le correspondería, atrasando al máximo su conclusión. Aunque los demás científicos ya había terminado lo que les tocaba, no sirvió de nada, pues necesitarían su parte, y él nunca la terminaba. 
“Así que el día 13 de abril de 1942, me llevaron con mi mujer y mis dos hijos para dentro de un horno crematorio, y fuimos todos quemados vivos. Hasta ahora me alegro mucho de haber tomado esa decisión. He podido constatar que fue gracias a esa decisión que el poder del III Reich no logró sus objetivos en muchas de sus iniciativas. Con seguridad los inmortales que dirigen nuestro mundo confiaron en mí, y en mi virtud y confianza en cuanto a los valores eternos. Estoy seguro de que aquello que hice fue indicado por nuestros amigos de las alturas, y por eso me invitaron a promover el estudio y el trabajo para ayudar en las tareas que ayudo.” Joseph Gléber.



domingo, 10 de noviembre de 2013

LA PSICOGRAFÍA Y SUS MECANISMOS


La manifestación escrita por intermedio de un Espíritu


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 6


¿Es posible la acción de un Espíritu sobre la materia? ¿Es posible por intermedio de una persona? Si fuera posible, ¿cuáles serían los mecanismos para tales manifestaciones? 
“Separada la opinión materialista, como condenada a la vez por la razón y por los hechos, todo se reduce a saber si el alma después de la muerte puede manifestarse a los vivos. La cuestión, reducida de este modo a la más simple expresión, se encuentra singularmente despejada. Se podría preguntar, desde luego, por qué seres inteligentes que en cierto modo viven en nuestro Centro, aunque invisibles por su naturaleza, no podrían atestiguar su presencia de una manera cualquiera. La simple razón dice que para esto no hay nada absolutamente imposible y esto es ya alguna cosa. Esta creencia tiene, por otra parte, el asentimiento de todos los pueblos, porque se la encuentra por todas partes y en todas las épocas; luego una intuición no podría ser tan general, ni sobrevivir a los tiempos sin apoyarse en alguna cosa” (El Libro de los Mediums, capítulo I, item 52). 
El mentor espiritual de Francisco Cândido Xavier, Emmanuel, afirmó en el programa de televisión brasileño llamado “Pinga-Fogo”, que la primera psicografía de que se tienen noticias son las tablas de piedra con los Diez Mandamientos, recibidas por Moisés en el Monte Sinaí, aproximadamente en el año 1250 a.C. 
En El Libro de los Espíritus, Allan Kardec trata de la psicografía, definiéndola como una escritura directa o indirecta de una inteligencia extracorpórea que llamamos Espíritus.
Las primeras psicografías que formaron la codificación de Kardec, tuvieron lugar por medio de mesas que se elevaban y daban, con una de sus patas, un número determinado de golpes, respondiendo de este modo con los monosílabos sí o no, según lo convenido, a una pregunta planteada. Hasta allí nada de convincente había, por cierto, para los escépticos, por cuanto se podía creer en un efecto del azar. Después se obtuvieron respuestas más elaboradas, sirviéndose de las letras del alfabeto: el objeto móvil daba una cantidad de golpes que correspondían al número de orden de cada letra y se llegaban así a formar las palabras. La exactitud de las respuestas y su correlación con las preguntas suscitaron el asombro. 
El misterioso ser que de esta manera respondía cuando interrogado acerca de su naturaleza, declaró que era un Espíritu o genio, se atribuyó un nombre y proporcionó diversas informaciones a su respecto. Es esta una circunstancia muy importante, que hay que subrayar. 
Nadie imaginó a los Espíritus como un medio para explicar el fenómeno hasta entonces. Hubo de ser el fenómeno mismo el que revelara esa palabra. 
Uno de esos seres invisibles dio el consejo de adaptar un lápiz a una cesta u otro objeto. Colocada esa cesta sobre una hoja de papel, se puso en movimiento por el mismo poder oculto que movía las mesas. Pero, en vez de un simple movimiento regular, el lápiz trazó por sí propio caracteres que formaron palabras, frases y discursos enteros, de varias páginas de extensión,tratando las más elevadas cuestiones de la filosofía, moral, metafísica, psicología, etcétera, y ello con tanta rapidez como si se escribiera 
con la mano. 
Este consejo se dio de forma simultánea en América, en Francia y en diversos lugares. He aquí los términos en que lo recibió en París, el 10 de junio de 1853, uno de los adeptos más fervientes de la Doctrina, que de varios años atrás –desde 1849- venía ocupándose de la evocación de los Espíritus: “Ve a la habitación de al lado y toma la canastilla. Sujétale un lápiz y colócala sobre el papel. Apoya tus dedos en el borde”. Hecho esto, unos instantes más tarde la cesta se puso en movimiento y el lápiz escribió muy legiblemente esta frase: “Esto que os digo, os prohíbo expresamente que lo digáis a nadie. La próxima vez que escriba lo haré mejor”. 
La ciencia espírita ha progresado como todas las demás, y con más rapidez si cabe. Hace algunos años empezó con medios primitivos e incompletos, pero estamos ya en disposición de poder comunicarnos con los Espíritus con tanta facilidad como los hombres lo hacen entre sí, y por los mismos medios, la escritura y la palabra. De todos los medios de comunicación, la escritura manual es el más sencillo, el más cómodo y el más completo. La facultad de escribir a través de un médium es también la más susceptible de desarrollarse con el ejercicio. 
La espiritualidad superior afirma que para desarrollar la mediumnidad es fundamental disponer de disciplina, humildad, de alto conocimiento para discernir cuando la comunicación es propia del médium o del Espíritu, y la práctica de la caridad. Además, es necesario trabajar en una casa espírita para que el médium pueda participar en grupos de estudio y, sobretodo, vivir de acuerdo con los preceptos cristianos. 
Para concluir, podemos añadir que los médiums que psicografían corren siempre el peligro de dejarse llevar por la vanidad, por eso recomiendan que el médium la desarrolle cuando tenga las demás facultades mediúmnicas adelantadas. Lo más importante, con todo, no es desarrollar la mediumnidad, sino la reforma moral.