domingo, 10 de noviembre de 2013

LA PSICOGRAFÍA Y SUS MECANISMOS


La manifestación escrita por intermedio de un Espíritu


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 6


¿Es posible la acción de un Espíritu sobre la materia? ¿Es posible por intermedio de una persona? Si fuera posible, ¿cuáles serían los mecanismos para tales manifestaciones? 
“Separada la opinión materialista, como condenada a la vez por la razón y por los hechos, todo se reduce a saber si el alma después de la muerte puede manifestarse a los vivos. La cuestión, reducida de este modo a la más simple expresión, se encuentra singularmente despejada. Se podría preguntar, desde luego, por qué seres inteligentes que en cierto modo viven en nuestro Centro, aunque invisibles por su naturaleza, no podrían atestiguar su presencia de una manera cualquiera. La simple razón dice que para esto no hay nada absolutamente imposible y esto es ya alguna cosa. Esta creencia tiene, por otra parte, el asentimiento de todos los pueblos, porque se la encuentra por todas partes y en todas las épocas; luego una intuición no podría ser tan general, ni sobrevivir a los tiempos sin apoyarse en alguna cosa” (El Libro de los Mediums, capítulo I, item 52). 
El mentor espiritual de Francisco Cândido Xavier, Emmanuel, afirmó en el programa de televisión brasileño llamado “Pinga-Fogo”, que la primera psicografía de que se tienen noticias son las tablas de piedra con los Diez Mandamientos, recibidas por Moisés en el Monte Sinaí, aproximadamente en el año 1250 a.C. 
En El Libro de los Espíritus, Allan Kardec trata de la psicografía, definiéndola como una escritura directa o indirecta de una inteligencia extracorpórea que llamamos Espíritus.
Las primeras psicografías que formaron la codificación de Kardec, tuvieron lugar por medio de mesas que se elevaban y daban, con una de sus patas, un número determinado de golpes, respondiendo de este modo con los monosílabos sí o no, según lo convenido, a una pregunta planteada. Hasta allí nada de convincente había, por cierto, para los escépticos, por cuanto se podía creer en un efecto del azar. Después se obtuvieron respuestas más elaboradas, sirviéndose de las letras del alfabeto: el objeto móvil daba una cantidad de golpes que correspondían al número de orden de cada letra y se llegaban así a formar las palabras. La exactitud de las respuestas y su correlación con las preguntas suscitaron el asombro. 
El misterioso ser que de esta manera respondía cuando interrogado acerca de su naturaleza, declaró que era un Espíritu o genio, se atribuyó un nombre y proporcionó diversas informaciones a su respecto. Es esta una circunstancia muy importante, que hay que subrayar. 
Nadie imaginó a los Espíritus como un medio para explicar el fenómeno hasta entonces. Hubo de ser el fenómeno mismo el que revelara esa palabra. 
Uno de esos seres invisibles dio el consejo de adaptar un lápiz a una cesta u otro objeto. Colocada esa cesta sobre una hoja de papel, se puso en movimiento por el mismo poder oculto que movía las mesas. Pero, en vez de un simple movimiento regular, el lápiz trazó por sí propio caracteres que formaron palabras, frases y discursos enteros, de varias páginas de extensión,tratando las más elevadas cuestiones de la filosofía, moral, metafísica, psicología, etcétera, y ello con tanta rapidez como si se escribiera 
con la mano. 
Este consejo se dio de forma simultánea en América, en Francia y en diversos lugares. He aquí los términos en que lo recibió en París, el 10 de junio de 1853, uno de los adeptos más fervientes de la Doctrina, que de varios años atrás –desde 1849- venía ocupándose de la evocación de los Espíritus: “Ve a la habitación de al lado y toma la canastilla. Sujétale un lápiz y colócala sobre el papel. Apoya tus dedos en el borde”. Hecho esto, unos instantes más tarde la cesta se puso en movimiento y el lápiz escribió muy legiblemente esta frase: “Esto que os digo, os prohíbo expresamente que lo digáis a nadie. La próxima vez que escriba lo haré mejor”. 
La ciencia espírita ha progresado como todas las demás, y con más rapidez si cabe. Hace algunos años empezó con medios primitivos e incompletos, pero estamos ya en disposición de poder comunicarnos con los Espíritus con tanta facilidad como los hombres lo hacen entre sí, y por los mismos medios, la escritura y la palabra. De todos los medios de comunicación, la escritura manual es el más sencillo, el más cómodo y el más completo. La facultad de escribir a través de un médium es también la más susceptible de desarrollarse con el ejercicio. 
La espiritualidad superior afirma que para desarrollar la mediumnidad es fundamental disponer de disciplina, humildad, de alto conocimiento para discernir cuando la comunicación es propia del médium o del Espíritu, y la práctica de la caridad. Además, es necesario trabajar en una casa espírita para que el médium pueda participar en grupos de estudio y, sobretodo, vivir de acuerdo con los preceptos cristianos. 
Para concluir, podemos añadir que los médiums que psicografían corren siempre el peligro de dejarse llevar por la vanidad, por eso recomiendan que el médium la desarrolle cuando tenga las demás facultades mediúmnicas adelantadas. Lo más importante, con todo, no es desarrollar la mediumnidad, sino la reforma moral. 





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