domingo, 14 de agosto de 2011



El Consolador Prometido.

"Cuando la muerte lleva alguien que mucho queremos."

Seguramente aprendemos a amar algunas personas más que las demás, esto hace parte de nuestra evolución. Para llegar nos a amar todos como el maestro nos ensañó es sin duda algo que tenemos que trabajar. Cuando recibimos la triste noticia que una persona que mucho amamos se falleció, también es natural que suframos. Además no hay como no sufrir en estos momentos. Y Dios nos habla en su pasaje del consolador.

Esta escrito en (San Juan14:15 a 17, y 26). “Si me amáis, guardad mis mandamientos, y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador para que este estará con vosotros para siempre; El Espíritu de verdad al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros le conocéis, por que mora con vosotros y estará en vosotros; (…) Mas el consolador, el Espíritu Santo, al quien el padre enviará en mi nombre, él os enseñaras todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo lo es dicho.”

Aprender a amar es una tarea dura y que nos pode llevar muchas existencias para llegar al amor puro, sublime e incondicional. Pero la humanidad ya he llegado a un punto evolutivo, que nos permite comprehender algunos de los misterios del universo. Es verdad que aún mucho nos falta, pero caminamos. Y por esto nos es permitido conocer el consolador prometido por Jesús. El Espíritu de la verdad, al cual estarás con nosotros siempre, y que será parte de nosotros. El Maestro nos deja claro, que este conocimiento estarás con nosotros, y que hace parte de nosotros por que es justamente nosotros mismo. Habla del espíritu, que somos nosotros mismos, del mundo espiritual que es una realidad que no olvidaremos. “En la casa del Padre hay muchas moradas”.

El Evangelio según el espiritismo nos trae: “El espiritismo llega en el tiempo señalado para cumplir la promesa de cristo: El espíritu de verdad preside su establecimiento llama los hombres en la observancia das leyes. Enseña todas las cosas, haciendo que comprenda aquello que Cristo sólo expresó en parábolas. Dijo Jesús: “El que tiene oídos, para oír oiga.” El espiritismo acude para abrir los ojos y los oídos, porque habla sin metáforas ni alegorías. Levanta el velo arrojado intencionalmente sobre ciertos misterios. Viene en suma a traer una suprema consolación a los desheredados de la tierra y todos aquellos padecen, dando causa justa a finalidad útil a todos los dolores.

No hay ningún consolador mejor do que tener la certeza de que la muerte no es el fin, sin al revés. Es el comienzo de una nueva existencia para nuestros entes queridos. Y que un día sin duda podremos rever los. Y esto es tan cierto que Jesús dije que “Bienaventurados los que lloran, que ellos recibirán consolación” ¿Pero como sentirse felices de sufrir se no saben por que padecen? El Espiritismo muestra la causa de ello en las existencias anteriores y el destino de la tierra, en el ser humano expía su pasado.
De este modo el realiza el Espiritismo lo que Jesús a dijo a cerca del consolador prometido. Considerando en las cosas de hecho que el hombre sepa de donde viene, adonde va, y porque esta en la tierra. Llamando por medio de la esperanza u la fe.”

En una de sus pasaje Jesús hablando con uno de sus seguidores que tenia recibido la triste noticia de que tenia fallecido su padre, no cual habla con el Maestro, señor estoy listo para seguir lo, pero permita antes que yo pueda enterar a mi padre. Entonces Jesús le contesta dejad que los muertos se enteren.
Teniendo solo en vista el plano físico seria hasta cruel que un hijo no pueda enterar a su padre, pero Jesús con su actitud deja claro que su padre, a quien el quiere no mas se encontraba ligado al cuerpo físico. El se encontraba mas allá, en el plano espiritual, y de nada serviría que el se quedaras allá con los restos mortales de su padre.

Dios es justo y bueno, y como un padre que mucho nos ama, no nos dejaría sufrir, se este sufrimiento no fuera importante para nuestro desarrollo espiritual. Es muy natural echar de menos, seguramente que quien partió siente lo mismo. Y un día seguramente nos encontraremos. ¡Saber esto consola cualquier alma!
¡Gracias Dios, gracias Jesús, Gracias Kardec!
Autor Wellington Bossi.  

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