martes, 6 de septiembre de 2011

Estudiando "El libro de los Espíritus"

La legitimidad del
Libro de los Espíritus
Texto de J. Herculano Pires

Herculano Pires
Al publicar en 1868 La Génesis, pudo Kardec subrallar que El Libro de los Espíritus, dado a publicidad once años antes, continuaba siendo tan sólido como entonces. Ninguno de sus principios fundamentales había sido conmovido por la experiencia. Todos permanecían en pie. Hoy en día, a más de cien años de distancia, si el Codificador viviera aún entre nosotros podría seguir diciendo lo mismo. Y esto, en un siglo en el que el mundo se transformó de una manera vertiginosa, en el que la ciencia positiva fue trastocada de un extremo al otro, en que las concepciones filosóficas han experimentado tremendos impactos. Conceptos hay que a primera vista parecieran haber sido desmentidos, o al menos, puestos en duda por la ciencia. Tal el caso, por ejemplo, del Fluido Universal.
En realidad, el desarrollo de la ciencia se opera con exactitud en dirección a los principios espíritas. La desintegración de la materia por la física nuclear, la concepción de la materia como concentración de energía, la percepción cada vez más clara de una estructura matemática del Universo, la conclusión a que algunos científicos se han visto obligados a arribar, de que detrás de la energía parece existir otra cosa, que sería el pensamiento.
Todo esto nos demuestra que asistía razón a Kardec al proclamar que ni Dios ni la religión auténtica ni, en consecuencia, el Espiritismo, tienen nada que perder con el adelanto de la ciencia. Esa seguridad de los principios espíritas deriva de la legitimidad de la fuente espiritual del presente libro, de la pureza de sus medios de transmisión mediúnmica y de la precisión del método kardeciano.
La fuente, según se ve por la espontánea e inesperada revelación del Espíritu de la Verdad a Kardec, y según los apuntes autobiográficos contenidos en sus Obras Póstumas, así como por la confirmación ulterior de tantos otros Espíritus, y también como se puede comprobar lógica e históricamente por el proceso de restablecimiento del Cristianismo que el Espiritismo lleva a cabo, es la misma de que procedió aquél. No se trata tan sólo de Kardec, ni de tal o cual Espíritu en particular, como tampoco de un grupo de hombres, sino que es toda una falange del Espíritu de la Verdad, enviada a la Tierra en cumplimiento de la promesa de Jesús, la que constituye la fuente espiritual de El Libro de los Espíritus.

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