miércoles, 26 de febrero de 2014

Estudiando El Libro de los Espíritus


Encarnación de los Espíritus 



Wellington Bossi , revista Visión Espírita n º 11


"Nadie puede ver el reino de Dios sino aquel que renaciere de nuevo"


En la obra inicial de la doctrina espírita. En el libro segundo. Capítulo segundo. Allan Kardec pregunta a los espíritus sobre la finalidad de la encarnación, sobre qué es el alma y sobre el materialismo. Para comprender lo que quería decir el autor con tales preguntas, recordaremos algunos conceptos de los cuales hemos hablado en capítulos anteriores de la revista. Consideramos al ser humano como espíritu eterno. Es decir, después de la muerte del cuerpo, su espíritu sigue viviendo en el mundo espiritual. Existimos desde el comienzo de nuestra creación y evolucionamos poco a poco. Parte de nuestra existencia la pasamos encarnados (espíritu ligado al cuerpo físico). Antes y después de esa experiencia decimos solamente espíritu. En la pregunta 132. Kardec interroga a los espíritus:- ¿Qué objetivo tiene la encarnación? Ellos le contestan “… La acción de los seres corpóreos es necesaria a la marcha del universo. Pero con su sabiduría quiso Dios que en esa acción misma aquéllos encontraran un medio de progresar y acercarse a Él. Así, por una ley admirable de su providencia, todo se eslabona, todo es solidario en la Naturaleza.” Asimismo definen que todos los espíritus son creados simples e ignorantes, y se instruyen en las luchas y tribulaciones de la vida corporal. Siendo justo, Dios no podría hacer dichosos a algunos sin penas ni trabajos y, por lo tanto sin mérito. Así pues el hombre está formado por tres partes esenciales. Estas son: Primera. El cuerpo físico, o ser material, análogo al de los animales y animado por el mismo principio vital. Segundo: El alma, Espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo. Tercero: Periespíritu, sustancia semimaterial que sirve de primera envoltura al espíritu y une el alma con el cuerpo. 
La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma, pero ésta no puede habitar un cuerpo privado de vida orgánica. Hay personas que sólo ven en los seres orgánicos la acción de la materia y relacionan con ella todos nuestros actos. No han visto en el cuerpo humano más que la máquina eléctrica y, esto limita. El ser humano posee por instinto la convicción de que para él no todo termina junto con la vida. La nada le horroriza. En vano se han resistido los hombres al pensamiento del porvenir, pues cuando el supremo instante les llega, pocos dejan de preguntarse que qué será de ellos. Porque la idea de dejar la vida para siempre tiene algo de desgarrante. En efecto, ¿quién podría afrontar con indiferencia la perspectiva de una separación absoluta, eterna, de todo lo que amó? ¿Quién sería capaz de ver sin pánico abrirse ante él el inmenso abismo de la nada, adónde irían a sumergirse para siempre todas sus facultades y esperanzas?, y decirse: “¡Y qué! Después de mí, nada, sólo el vacío. Pronto no quedará huella alguna de mi paso por la Tierra; incluso el bien que haya realizado será echado al olvido por los ingratos que me lo deben. ¡Nada para compensar todo eso, ninguna otra perspectiva que la de mi cuerpo roído por los gusanos!” La doctrina Espírita viene a enseñarnos, cómo contribuir al desarrollo evolutivo de la humanidad dando una nueva perspectiva de la vida y la muerte. De quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos. Pudiendo ser comprobada por los diferentes tipos de manifestaciones, e incluso, por algunas ciencias oficiales como la neurociencias cognitivas. 

 
Para saber más: 
Libro de los Espíritus (Libro Segundo - Cap. II) y 
El Evangelio según es Espiritismo (Cap. IV)



lunes, 10 de febrero de 2014

Biografía de mentores 


Memei "Irma de Castro"


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 10


Meimei nació el 22 de Octubre de 1922, en la ciudad de Mateus Leme, Minas Gerais, Brasil. A los 2 años de edad su familia se trasladó a Itaúsa, también en el estado de Minas Gerais. Sus padres fueron Adolfo Castro y Mariana Castro. Tuvo cuatro hermanos, quedando huérfana de padre a los 5 años. Meimei fue desde bien pequeña, diferente a todos por su belleza física e inteligencia poco común. Era alegre, comunicativa, jovial y espontánea. En el entorno familiar la convivencia con Meimei fue para todos un regalo del cielo. Cursó con facilidad la primaria, matriculándose más tarde en la escuela de secundaria. 

Sin embargo adolecía de nefritis, una molestia que siempre la persiguió desde pequeña. Esta dolencia crónica se manifestó una vez más cuando cursaba con brillantez (era la alumna más destacada de la clase) el segundo curso de la enseñanza secundaria, obligándola a abandonar sus estudios. Gracias a su enorme inteligencia y avidez de conocimientos fue refinando su cultura a través de la buena lectura, fuente de perfeccionamiento de su espíritu. Allá donde iba se convertía en el centro de admiración, irradiaba belleza y encanto atrayendo la atención a su alrededor. Gracias a su sencilla modestia no se enorgullecía de las bellas dotes femeninas recibidas de Dios. Profundamente caritativa se aproximaba a los humildes con la limosna que podía ofrecer o con una palabra de cariño y estímulo. Pura, en su modo simple de ser y proceder, a pesar de ser extremadamente bella, no se distraía con las conquistas propias de su edad. Algún tiempo después, se mudó a Belo Horizonte en compañía de Alaide, una de sus hermanas, con el fin de buscar trabajo. Gozaba de un período de buena salud, pues su dolencia de nefritis iba y venía, ofreciéndole en ocasiones un atisbo de esperanza en que finalmente se habría curado. En esta época conoció a Arnaldo Rocha con quien se casó a los 22 años, disfrutando un lindo sueño de amor que duró dos años, cuando enfermó nuevamente. Estuvo acostada durante tres meses, víctima de la pertinaz dolencia. Tras una operación quirúrgica, un pequeño trozo permaneció alojado en su cuerpo originando un cuadro de dolorosas complicaciones que tuvo que afrontar, causando grandes perturbaciones renales que culminaron en hipertensión arterial y craneal. Sus pulmones no resistieron entrando en un proceso de edema agudo, que provocaba la expulsión de sangre por la boca. A pesar de todos los esfuerzos y desvelos del esposo y rodeada de médicos, Meimei falleció el 1 de Octubre de 1946. Los momentos finales fueron muy dolorosos. Sus últimos treinta minutos de vida fueron de desesperación y aflicción. Pero, al final de este cuadro, con el cese de la vida física, su cuerpo volvió a presentar la expresión de calma que siempre la caracterizó. Meimei fue enterrada en el cementerio de Bonfim en Bello Horizonte.
 
Unos cincuenta días tras la desencarnación de su esposa, Arnaldo Rocha que se encontraba profundamente abatido, paseaba acompañado por su hermano Orlando, que era espiritista, cuando toparon con el médium Chico Xavier. 
Excepto por un encuentro fugaz unos diez años antes, entre Chico y Arnaldo, cuando éste apenas contaba con doce años, en que fueron presentados muy rápidamente, no tuvo otro nuevo encuentro hasta entonces. Sin embargo lo que ocurrió en ese momento, cambio completamente su vida. En palabras de Arnaldo narrando lo ocurrido: "Chico me oyó y dijo: “Familia, es nuestro Arnaldo, está triste, débil, lleno de nostalgia de nuestra Meimei”, abrazándome, con la ternura que le es propia me fue diciendo: “Déjeme ver, hijo mío, el retrato de nuestra Meimei que guarda usted en la cartera.” Y, de esta forma, después de mirar la foto que Arnaldo le mostró, Chico le dijo: “Nuestra querida princesa Meimei quiere hablarte mucho”." Y aquella noche, en una reunión realizada en la casa de los amigos espíritas de Bello Horizonte, Meimei transmitió su primer mensaje psicografiado. Con el paso de los años, Chico fue revelando a los amigos más cercanos que Meimei era la misma Blandina citada por Andre Luiz en la obra “Entre la Tierra y el Cielo” (capítulos 9 y 10) que vivía en la ciudad espiritual “Nuestro Hogar”; dijo también que ella es la misma Blandina, hija de Thaciano y Helena, quien Emmanuel describe en el romance “Ave Cristo” y que vivió en el tercer siglo después de Jesús. 
Es preciso aclarar que “Meimei” era el apelativo cariñoso de Irma, cuyo marido Arnaldo, decidió usar tras la lectura de un cuento de un autor americano, titulado “Un momento en Pekín”. 
Meimei es autora de varios libros psicografiados por Chico Xavier, entre ellos: “Padre Nuestro”, “Amistad”, “Palabras del Corazón”, “Dios Aguarda”, “Madre”, “Evangelio en Casa”, “Cartilla del bien” etc. y, no obstante, tan poco conocida por los testimonios que tuvo que dar durante su vida, Irma de Castro que es su nombre de bautismo, fue un ejemplo de resignación ante el dolor, que le arrebató todos los placeres que la vida le podría permitir a una joven llena de sueños y esperanzas. 


Fuente: Mofra - Texto de Arnaldo Rocha. 
Parte del libro "Chico Xavier - Mandato de Amor". União Espírita Mineira - Belo Horizonte, 1992. 



miércoles, 5 de febrero de 2014

Ciencia y Espiritismo


Sonambulismo


 por J. Levy y W. Boss, revista Visión Espírita nº 10


Según La Medicina, las personas que presentan sonambulismo (un trastorno del sueño clasificado como parasomnia), también llamado noctambulismo, desarrollan actividades motoras que pueden ser sencillas o complejas. Un individuo sonámbulo puede salir de la cama, caminar, orinar o incluso salir de su casa. Es difícil despertarlos aunque, en contra de lo que se cree comúnmente, no resulta peligroso. El sonambulismo se produce durante las fases 3 o 4 del sueño, es decir, la etapa denominada sueño lento o sueño de ondas lentas (SOL). Su causa es desconocida y no existe ningún tratamiento eficaz. A la persona que presenta estos síntomas se le denomina sonámbulo/a. 
Se cree, erróneamente, que el sonambulismo es la conversión, en el estado de vigilia, de los movimientos físicos que efectúa el individuo en las escenas que está realizando durante su sueño. Pero la realidad es que el sonambulismo se presenta durante las horas de la noche en las que aún no se ha presentado la etapa o fase de movimientos oculares rápidos (MOR o REM), que es aquella en la que sí suelen presentarse los sueños. Actividades como leer un libro, limpiar, caminar, etc., son las que pueden realizar. y es exactamente igual a que la persona despierte en su cama. Los sonámbulos realizan sus actividades con los ojos abiertos de manera que pueden explorar sus alrededores, y no con sus ojos cerrados y sus brazos extendidos , como se los muestra a menudo en parodias de dibujos animados o películas, o pueden tener los ojos hacia arriba (debido a la adaptación natural del cuerpo a no recibir luz en el acto del dormir). Gabriel Delanne, en su obra El Espiritismo delante de la Ciencia, relata “la historia de un joven sacerdote que se levanta todas las noches, iba hasta su escritorio, componía sermones y volvía a acostarse. Cuando terminaba una página, la leía en voz alta, desde el principio al fin.” 
Que el cura no veía ni leía con el auxilio de los ojos quedó probado por algunos de sus amigos, que queriendo verificar si él dormía, se pusieron a vigilarlo y cierta noche que se levantó y estaba escribiendo, interpusieron entre sus ojos y el papel, un grueso cartón, que no impidió que continuara escribiendo ni que después leyera todo el escrito. Lo que acontece, por lo tanto, en el sonambulismo, en forma análoga a lo que ocurre en el sueño común, es que su alma se emancipa y ve con los ojos del Espíritu, con la particularidad de que, aunque esté fuera de él, prosigue ejerciendo una fuerza sobre el cuerpo en reposo y que se manifiesta por una acción rectora totalmente ajena a los sentidos corporales, es decir el alma está en vela mientras el cuerpo duerme. 
¿El sonambulismo natural puede tener alguna relación con el sueño? 
Según los Espíritus de la codificación, “Es un estado de independencia del Espíritu, más 
completo que el del sueño, estado en que en mayor amplitud adquieren sus facultades. El alma tiene entonces percepciones que no tiene durante el sueño, que es un estado de sonambulismo imperfecto.” 
Todas las consideraciones hechas hasta aquí son referentes al sonambulismo natural, es decir, el que se manifiesta espontáneamente en algunos individuos. Existe, sin embargo, el sonambulismo animal. El sonambulismo magnético, como se le llama, fue introducido en Francia por el médico austriaco Franz Antón Mesmer, atendiendo a fines curadores. Fue uno de los discípulos de Mesmer el Marqués de Puysegur, quien descubrió el sonambulismo en individuos magnetizados. 
A pesar de que los sonámbulos vean con los ojos del alma, no siempre ven todo, pudiendo equivocarse al respecto. Esto ocurre, según nos dicen los espíritus superiores, porque “en primer lugar, a los Espíritus imperfectos no les es dado ver todo ni saber todo. Y luego cuando están unidos a la materia, no gozan de todas sus facultades de Espíritu.” 
En casos cuando el sonámbulo obra según la orientación de otros Espíritus, se caracteriza una acción mediúmnica, porque él (él sonámbulo) es instrumento de otras inteligencias. Es pasivo y lo que dice no previene de sí mismo. En resumen, el sonámbulo revela un hecho anímico cuando expresa su propio conocimiento, mientras que el médium sonámbulo manifiesta el conocimiento de otro. 
¿Cuál es el origen de las ideas innatas del sonámbulo y como puede hablar con exactitud de cosas que ignora cuando está despierto, de cosas que hasta están por encima de su capacidad intelectual? Es porque el sonámbulo posee más conocimientos de los que suponemos. Sólo que dichos conocimientos están adormecidos, porque por ser demasiado imperfecto, su envoltorio corporal no le permite recordarlos. 
¿Qué es, al fin, un sonámbulo? Un espíritu como nosotros, que se encuentra encarnado en la materia para cumplir su misión, despertando de esa letárgia cuando cae en estado de sonambulismo.




 Mecanismos de la mediumnidad


¿Cómo se da una manifestación?


Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 10


Para comprender cómo se establece una comunicación mediúmnica es necesario entender algunos conceptos básicos sobre el mundo invisible, el significado de médium, sus funciones y sus características. Como iniciación aconsejamos principalmente dos obras de Allan Kardec, El libro de los Espíritus, y El libro de los Médiums. De momento comentaremos los principales conceptos de la comunicación mediúmnica, del carácter moral, la afinidad y la responsabilidad del médium. 

La palabra médium tiene su origen en el latín y significa “medio”, indica precisamente el medio o puente a través del cual los espíritus pueden comunicarse con los hombres. 
La mediumnidad es una facultad existente en todos los seres humanos, por medio de la cual los espíritus desencarnados pueden comunicarse con los espíritus encarnados. Desde que existen hombres, existen espíritus; si éstos han podido comunicarse debe haber sucedido por tanto en todos los tiempos. Es una facultad independiente de las condiciones morales del individuo, se encuentra tanto en los dignos como en los indignos, sin embargo no sucede lo mismo con la preferencia que dan los buenos espíritus a los médiums. Según Kardec, depende de una organización física más o menos apropiada para manifestarse. Todos somos médiums porque percibimos en mayor o menor grado la influencia de los espíritus y porque transmitimos hacia el ambiente de la materia los más variados influjos de nuestro espíritu, influenciando los otros con nuestros pensamientos, actos y sentimientos. Las personas que demuestran su facultad de manera ostensible, es decir, claramente caracterizada, en que el fenómeno se percibe nítidamente, quienes sienten que algo les domina la mente o la voluntad, quienes padecen perturbaciones psíquicas; estas personas son seres necesitados de un desarrollo mediúmnico disciplinado y bajo supervisión de personas experimentadas. 
La primera obligación es comprender y aprender la moral de Jesús, incluso antes de entregarse a las grandes tareas doctrinarias, pues de otro modo podrá estropearse con el personalismo en perjuicio de la tarea a desempeñar. El primer enemigo del médium reside dentro de sí mismo; frecuentemente a 
causa del personalismo, la ambición o la rebeldía en el desconocimiento voluntario de sus deberes a la luz de la moral de Jesús. Puede ser habitual la 
aparición de factores de inferioridad moral que llevarían a la falta de vigilancia, a la liviandad y a la confusión en los propósitos. 
La práctica de la mediumnidad en el Espiritismo no tiene como meta la producción de fenómenos físicos destinados a despertar a los incrédulos, o curar enfermedades orgánicas y espirituales como única finalidad. Las actividades sanadoras permiten mostrar al ser humano, que estamos constituidos por algo más que materia sólida. 

De manera muy general podemos dividir en tres partes el concepto de médium. 

Para estudiar el conjunto del mismo nos dedicaremos a comprender mejor su existencia y funciones, por tanto consta del cuerpo físico, el alma (siendo el espíritu, ligado directamente con el cuerpo físico, durante la etapa de la encarnación) y el periespíritu. 
El origen del nombre “periespíritu” viene de la palabra griega “peri”, alrededor. Se trata de una envoltura semimaterial que envuelve al espíritu durante el período de encarnación. Sirve de lazo de unión o intermediación entre el espíritu y la materia. En los espíritus errantes constituye el cuerpo fluídico del espíritu. Poder explicar con detalle el periespíritu es, según el Espíritu Emmanuel una tarea extremadamente difícil pero podemos entender algunas de sus funciones principales que son personalizar, identificar y personalizar el espíritu, principio de las comunicaciones mediúmnicas, transmitir la acción del espíritu sobre la materia y archivo de las experiencias del recuerdo. Según la estructura neurológica y organización fisiológica del médium, el periespíritu hace vibrar ciertas zonas del sistema nervioso central que responden proporcionalmente a su educación, así en la medida en que se establece el proceso de resonancia de la zona vibrada con las del desencarnado comunicante, se establece la interacción entre mente encarnada - mente espiritual. En ese momento, si la zona sensibilizada es la de la motricidad, los miembros superiores e inferiores podrán ser accionados, ocurriendo fenómenos de locomoción como la escritura, así como otros movimientos corporales.
Formado por sustancias que vibran bajo el influjo del campo electromagnético, sobre el cual se ajustan, los fluidos periespirituales revisten a la mediumnidad de características originales. "En razón de su naturaleza etérea, el espíritu propiamente dicho no puede obrar sobre la materia grosera sin intermediario, este es, sin el lazo que constituye lo que vosotros llamáis el periespíritu, eso os da la llave de todos los fenómenos espiritistas materiales" (El Libro de los Médiums. II; IV, 74: 9) 

Entonces cuando un espíritu tiene la intención de comunicarse se aproxima al médium, y si el médium lo permite se sintoniza con el espíritu permitiendo la comunicación. Es por medio del periespíritu del médium que se establecerá la comunicación. 
Para desarrollar facultades mediúnicas, primero es necesario el estudio y la reforma moral, la protección basada en la caridad (escudo del médium) y siempre bajo el amparo de una casa espírita seria. 


No se recomienda ninguna práctica fuera de un centro espírita por carecer de la protección espiritual necesaria. 

Para profundizar en los conocimientos mediúmnicos recomendamos empezar con las obras fundamentales de la codificación de Allan Kardec.