jueves, 31 de octubre de 2013

ESTUDIANDO EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS


La creación de los mundos


En su capítulo tercero, El Libro de los Espíritus nos habla sobre la formación de los mundos, la formación de los seres vivientes, la población del planeta Tierra y sobre la diversidad de las razas humanas. Os presentamos aquí un resumen con algunos comentarios adicionales para nuestra reflexión. 

por Wellington Bossi, revista Visión Espírita nº 6





El Universo es indudablemente obra de Dios, creado por Su voluntad. La explicación que la ciencia actualmente da sobre la creación de los mundos y de los demás cuerpos estelares todavía no está completa, pues la inmensidad y la complejidad del Universo es extraordinaria. Sin embargo, podemos considerar de modo general que la Tierra se formó por la condensación de materia nebulosa diseminada en el espacio. Al principio era un caos, los elementos fluían de un sitio a otro, pero poco a poco la materia fue agrupándose. 

Millones de años después, comenzaron a aparecer microorganismos y otros seres vivos adaptados al estado en que se encontraba el globo. La Tierra ya contenía los gérmenes de la vida en estado latente, que esperaban solamente las condiciones adecuadas para eclosionar y desarrollarse. Los seres de cada especie se reunieron, multiplicándose. “La química nos muestra a las moléculas de los cuerpos inorgánicos uniéndose para formar cristales de una regularidad constante, según cada especie, tan pronto como alcanzan las condiciones requeridas. La menor perturbación que se opere en tales condiciones basta para impedir la reunión de los elementos o, cuando menos, su disposición regular, que constituye el cristal” (pregunta 45 de El Libro de los Espíritus). 

La especie humana, una vez creada y distribuida por el globo terrestre, poseía dentro de sí los elementos requeridos para su formación, con la finalidad de transmitirlos según las leyes de reproducción. Los Espíritus afirman que el mítico Adán vivió alrededor de 4000 años antes de Cristo. El primer hombre, nos aclaran, no fue el primero ni tampoco el único que pobló la Tierra en aquella época. Adán fue un individuo más pero representativo en términos explicativos,    de     una     de     las 
colectividades humanas que se fueron 
desarrollando hasta el día de hoy. 

La diversidad de las razas deriva de los distintos climas, estilos de la vida y de los hábitos. Habiendo poblado la Tierra en distintas épocas, las razas se fueron mezclando, formando entonces nuevos genotipos. A pesar de tantas razas y factores determinantes para sus existencias, los Espíritus nos explican que la humanidad es una única familia, siendo todos hermanos en Dios, por cuanto nos hallamos animados por un Espíritu idéntico en su esencia. 
Dios pobló todos los mundos con seres vivientes, cada uno con un objetivo de acuerdo con su evolución espiritual. Creer que Él confinó a los seres en un único planeta sería dudar de su sabiduría y de su grandeza. 

Seguramente, en los diferentes mundos las formas vivientes no se asemejan necesariamente con las formas conocidas en nuestro planeta, ya que los seres que habitan los distintos mundos deben adecuarse al medio físico en el que son llamados a vivir. 


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